Voces Familiares

Relatos en primera persona - Testimonio de una familia que toma la decisión de realizar un Acogimiento Familiar

“TODO NIÑO SEPARADO DE SU ÁMBITO FAMILIA REQUIERE DE UN AMOR INCONDICIONAL PARA SANAR EL ABANDONO, Y CONFIAR NUEVAMENTE EN LA INSTITUCIÓN FAMILIA. SOLO ASÍ PODRÁ OBTENER UN PLENO DESARROLLO FÍSICO Y PSÍQUICO”.  

Una nueva etapa en mi vida comienza, un nuevo desafío y una nueva oportunidad de plasmar en un acto concreto, todos mis deseos de ayudar al prójimo y de dar amor.  

Julián llegó a nuestra vida. Un pequeño ser de tan solo un año, desamparado, con muchas carencias de amor y apego con su familia de origen. Un bebé hermoso estando a la deriva. 

Una institución que protege los derechos vulnerados de niños a sus hermanos y a él los rescata, los cobija, les busca abrigo y contención. Recurre a familias solidarias que alguna vez participaron en el programa de referente afectivo comunitario y acogimiento, para solicitar ayuda nuevamente.

Encuentran una familia que lo recibe y nos convocan para ser familia de “apoyo”, referentes de Julian y ahí lo conocemos. Viene a casa con sus mocos, sus dolores, su desconfianza, su angustia y poco a poco nos va conociendo, comienza a soltarse, a sonreír a jugar, a descansar...a confiar.

Esa actitud de resguardo y autopreservación innata que presentaba (el quedarse quietito apoyado en el hombro de cualquiera, dormir mucho) da paso a la exploración, al contacto y a las monerías.

Mi marido y yo formamos un equipo sólido, nos repartimos las tareas: lo mimamos, lo acunamos, jugamos, nos volvemos incondicionales para él durante las horas que pasa en casa.

El cuerpo acusa cansancio, falta de costumbre tal vez, no es lo mismo hacerlo a los treinta que a los cincuenta y tantos, pero la alegría de verlo contento, el sentimiento hacia él que a cada minuto va en aumento, hace que el esfuerzo valga la pena. 

Nuestros hijos se acoplan a esta tarea, nos animan, nos dan confianza, nos apoyan y se comprometen también, aunque está claro que es de nuestra absoluta responsabilidad esta decisión.

Pero un buen día cambia el escenario, Julian no necesita referentes, necesita una nueva familia que lo acoja, que se haga cargo de él hasta tanto un juez decida su futuro.

Acá se nos plantea un gran interrogante y desafío “qué responder” cambiar nuestro estilo de vida, volver a la etapa de crianza de un niño pequeño, tomar el compromiso y darle estabilidad sin dar marcha atrás…hay que decidirse. Noches de insomnio y ansiedad, idas y vueltas en el pensamiento, charlas de pareja y familiares.

Decimos que Si y Juli lo percibe, todavía no vive con nosotros, faltan papeles para certificarlo, pero viene a casa y ya está a sus anchas. Sonríe y disfruta, despega ese bebé chinchudo y serio para dar paso a este pequeñín medio payaso y juguetón.

Así que Juli es presente, es construir juntos, día a día, su identidad, es fortalecerlo, es ayudarlo a que dé sus primeros grandes pasos. Así que, aquí estamos, embarcados con todo nuestro corazón en esta hermosa tarea a la que seguramente estábamos destinados a realizarla.

Familia de Acogimiento (programa Ieladeinu)

 
Sumate
 

Pin It on Pinterest

Share This