En la semana del día del padre…

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                            No se llega a la vida sabiendo ser padre. Tampoco se nace sabiendo ser hijo.
Es una tarea, un proceso, un maravilloso desafío en permanente construcción.

 

Las familias o adultos que ejercen las funciones de cuidados primarios son los entornos privilegiados para la crianza de niñas, niños y adolescentes (en adelante niños) y se tornan indispensables para su desarrollo saludable. Son los espacios en donde los niños realizan sus primeras experiencias de interacción. Cumplen la función de asegurar la supervivencia del niño y el crecimiento y desarrollo adecuados para luego facilitar la salida de ese núcleo primario y poder armar nuevos vínculos.

La alianza familiar se organiza entre el niño y sus cuidadores primarios. Los cuidadores facilitan y guían el desarrollo del niño, mientras este crece y logra su autonomía.

Los modos en que los adultos se ocupan del niño, las interacciones y la comunicación, se internalizan y el niño construye así los modelos de sí mismo que reflejan el modo en que sus padres/tutores o encargados lo ven, imágenes transmitidas no solo en lo que sus padres dicen sino también en lo que hacen con él.

Así, las experiencias emocionales del niño con su familia permiten que construya la capacidad de pensar el mundo que lo rodea y pensarse a sí mismo, lo alientan a desarrollarse hasta que logre ser alguien diferenciado como individuo e integrado a la sociedad.

“Madre” y “padre”,  más allá de quienes ejercen el rol, son funciones y el buen desarrollo de un niño dependerá de ambas sean complementarias y estén articuladas. La seguridad afectiva que implica la presencia de estas dos funciones le permite al niño lograr progresivamente pautas de diferenciación y autonomía; por ejemplo, al momento del destete, al aprender a caminar, aprender a hablar, a controlar esfínteres, al comienzo del jardín de infantes y en cada una de las diferentes etapas de crecimiento. En aquellas crianzas que no pueden ser llevadas a cabo por los padres, estas funciones son ejercidas por otros miembros de una comunidad. Lo importante es que la función materna y la función paterna estén presentes de una u otra manera.

Hoy nos ocuparemos de lo relativo a la función paterna…

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La función paterna es la que ejerce el padre o cualquier otra persona adulta que forme un vínculo significativo con el niño y cumpla esa función.  Por medio de los padres o de quienes ocupen este lugar,  el niño  aprende a vivir sin tanta dependencia y comienza su camino de autonomía, ya que interviene en la intensa relación del niño con su madre o con quien ocupe ese lugar.

Los padres ponen reglas, lo que organiza el funcionamiento del niño para que establezca su mundo y pueda incluirse luego en relaciones más amplias. Como función normativa, es portadora de las pautas culturales del medio social del cuidador primario. Esto permite que el niño termine por incorporarse al medio social al que pertenece.

Los padres son los que señalan lo prohibido y lo permitido, lo seguro y lo inseguro, lo saludable y lo tóxico, lo obligatorio y lo electivo, más allá de que no sean solo y siempre ellos.

Las comparaciones, humillaciones, los comentarios vergonzantes duelen y provocan tanto daño como los golpes. Los niños que reciben esa imagen de sí mismos crecen inseguros y con baja autoestima.

Promoviendo una crianza respetuosa de los Derechos en la Infancia 

Compartimos algunas ideas sobre distintos aspectos que contribuyen a una crianza saludable y respetuosa de los derechos de los niños:

  • Comunicación: la palabra no es la única vía de comunicación que utilizamos los seres humanos. El lenguaje corporal, los gestos, las miradas, el modo de acercarse al otro así como los tonos de voz que usamos al comunicarnos pueden “abrazar” a alguien, y también provocar dolor. Dirigir los pedidos que realizamos a los niños incluyendo el “por favor” y el “muchas gracias” implica que son merecedores de respeto y buen trato.
  • Autoestima: desde la gestación, durante los primeros años y a lo largo de toda la infancia, los niños aprenden sobre sí mismos a través de la voz, la mirada, el lenguaje corporal que utilizan sus papás o aquellos que ejercen la función de cuidados tempranos, cada día. Comienzan a reconocerse en esa imagen de sí mismos que los otros le devuelven. Si reciben palabras amorosas, elogios, aplausos crecerán seguros de sí mismos, fuertes y valiosos.
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  • Tiempo compartido: en los tiempos agitados que vivimos es bastante difícil compartir un clima familiar de calidad. Televisión, celulares, computadoras y otros elementos, producen aislamiento y restan lugar al encuentro significativo entre los adultos y los niños. Por eso es importante encontrar algún momento del día para compartir un espacio o actividad que reúna a los integrantes de una familia. Por ejemplo, comer juntos puede resultar además de placentero, un espacio muy enriquecer y “nutritivo” para todos sus integrantes.
  • Límites: los límites representan un marco, un borde que todos necesitamos para cuidarnos y cuidar a otros. En la crianza y educación son claves. Si se transmiten con golpes o a los empujones, dejan de ser límites para transformarse en actos violentos utilizados como castigos o formas disciplinarias. La única manera de que los límites sean comprendidos como tales, es transmitirlos con amor, respeto y responsabilidad.
  • Flexibilidad: es importante evaluar las expectativas con las que los adultos observamos y juzgamos las conductas de los niños. Los procesos madurativos de cada niño son únicos. Es importante respetar sus tiempos y no dudar de la capacidad de un niño solo a partir de “lo que debería hacer o como comportarse según su edad. Muchas veces una mirada más flexible y respetuosa de los adultos modifica las formas de actuar de los chicos.
Todos los días hay algún motivo o acción para elogiar. Es importante estar atentos, comunicarles muestro orgullo y alegría por sus logros y alentarlos. A todos nos gusta que nos feliciten por algo bien hecho. ¡A los chicos, también!

Bibliografía consultada:

Desarrollo emocional clave para la primera infancia. De 0 a 3. Fundación Kaleidos. Unicef

https://www.unicef.org/ecuador/Desarrollo_emocional_0a3_simples.pdf

 
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