Una de las funciones más importantes del Centro de Día de Ieladeinu es acompañar a los niños y sus familias durante la educación escolar. Desde la creación del Centro de Día, logramos que muchos niños, niñas y adolescentes (en adelante, niños) retomen la escuela, terminen sus ciclos lectivos e, incluso, lo hagan como escoltas o abanderados.
La institución escolar tiene un rol fundamental en la crianza. Aunque a menudo solemos escuchar que es el lugar natural en el cual un niño debe estar para su desarrollo, no hay nada de natural en este encuentro: cada niño tiene su modo propio de relacionarse con la escuela, sus maestros y sus pares. Estas particularidades están determinadas de manera múltiple por la historia personal de cada niño y su familia, el contexto en el que viven y el modo en el que cada uno de los adultos responsables se relaciona y se involucra con el aprendizaje y el saber.
A su vez, cada escuela, cada director, cada equipo docente, difieren. Por eso, es usual que las expectativas cruzadas entre alumnos y escuelas se traduzcan en dificultades de integración y aprendizaje que se manifiestan de diferentes modos: niños inquietos, que no pueden prestar atención, niños que sienten que la escuela no es para ellos, desinteresados, niños que se sienten excluidos, sin ganas de aprender, niños que piensan que no le importan a sus docentes, agresivos…
En el Centro de Día comenzamos por tratar de entender: ¿de qué tipo de dificultad estamos hablando? ¿Es evolutiva, cognitiva, fisiológica, social, etc.? Pero sobre todo, trabajamos con la convicción de que siempre se puede hacer algo al respecto. Es importante destacar que no hay recetas preestablecidas que nos garanticen el éxito pero queremos compartir algunas ideas para ayudar a los niños y adolescentes a estar de una manera saludable en el contexto escolar:
Por Amiela Spector (Directora de Ieladeinu)
Queridos padres y madres:
Muchos de nosotros somos grandes críticos, con razón y sin ella, de la escuela de nuestros hijos y año a año encontramos muchos motivos para enojarnos con el colegio. Este año, propongamos como desafío ser socios en la educación de nuestros niños, dejar de ser espectadores para involucrarnos y mostrarles a nuestros hijos lo valioso e importante que es poder ir a la escuela.
Nuestra historia judía nos muestra constantemente todo lo que lucharon nuestros hermanos Ieudím por educar a sus descendientes y cuántas veces esto les fue vedado.
Hoy, tenemos el privilegio y la Brajá de que nuestros hijos puedan ser educados, muchos de ellos en colegios judíos repletos de valores y mitzvot. Aprovechemos entonces la energía del comienzo para llenar la mochila de útiles pero también de ganas, entusiasmo, esfuerzo, estudio, aprendizaje, compresión, paciencia, acompañamiento y, sobre todo, mucho amor.
¡Quiera Hashém que nuestros hijos puedan tener un hermoso y fructífero ciclo lectivo!