No se llega a la vida sabiendo ser padre. Tampoco se nace sabiendo ser hijo.
Es una tarea, un proceso, un maravilloso desafío en permanente construcción.
Las familias o adultos que ejercen las funciones de cuidados primarios son los entornos privilegiados para la crianza de niñas, niños y adolescentes (en adelante niños) y se tornan indispensables para su desarrollo saludable. Son los espacios en donde los niños realizan sus primeras experiencias de interacción. Cumplen la función de asegurar la supervivencia del niño y el crecimiento y desarrollo adecuados para luego facilitar la salida de ese núcleo primario y poder armar nuevos vínculos.
La alianza familiar se organiza entre el niño y sus cuidadores primarios. Los cuidadores facilitan y guían el desarrollo del niño, mientras este crece y logra su autonomía.
Los modos en que los adultos se ocupan del niño, las interacciones y la comunicación, se internalizan y el niño construye así los modelos de sí mismo que reflejan el modo en que sus padres/tutores o encargados lo ven, imágenes transmitidas no solo en lo que sus padres dicen sino también en lo que hacen con él.
Así, las experiencias emocionales del niño con su familia permiten que construya la capacidad de pensar el mundo que lo rodea y pensarse a sí mismo, lo alientan a desarrollarse hasta que logre ser alguien diferenciado como individuo e integrado a la sociedad.
“Madre” y “padre”, más allá de quienes ejercen el rol, son funciones y el buen desarrollo de un niño dependerá de ambas sean complementarias y estén articuladas. La seguridad afectiva que implica la presencia de estas dos funciones le permite al niño lograr progresivamente pautas de diferenciación y autonomía; por ejemplo, al momento del destete, al aprender a caminar, aprender a hablar, a controlar esfínteres, al comienzo del jardín de infantes y en cada una de las diferentes etapas de crecimiento. En aquellas crianzas que no pueden ser llevadas a cabo por los padres, estas funciones son ejercidas por otros miembros de una comunidad. Lo importante es que la función materna y la función paterna estén presentes de una u otra manera.
La función paterna es la que ejerce el padre o cualquier otra persona adulta que forme un vínculo significativo con el niño y cumpla esa función. Por medio de los padres o de quienes ocupen este lugar, el niño aprende a vivir sin tanta dependencia y comienza su camino de autonomía, ya que interviene en la intensa relación del niño con su madre o con quien ocupe ese lugar.
Los padres ponen reglas, lo que organiza el funcionamiento del niño para que establezca su mundo y pueda incluirse luego en relaciones más amplias. Como función normativa, es portadora de las pautas culturales del medio social del cuidador primario. Esto permite que el niño termine por incorporarse al medio social al que pertenece.
Los padres son los que señalan lo prohibido y lo permitido, lo seguro y lo inseguro, lo saludable y lo tóxico, lo obligatorio y lo electivo, más allá de que no sean solo y siempre ellos.
Compartimos algunas ideas sobre distintos aspectos que contribuyen a una crianza saludable y respetuosa de los derechos de los niños:
Desarrollo emocional clave para la primera infancia. De 0 a 3. Fundación Kaleidos. Unicef
https://www.unicef.org/ecuador/Desarrollo_emocional_0a3_simples.pdf