El humano es el único ser vivo que necesita de un otro para sobrevivir. Es de vital importancia para un desarrollo mental y físico saludable que el recién nacido cuente con una mirada atenta y amorosa que pueda traducir sus necesidades, para incorporarse lentamente al mundo y permitirle que se convierta en sujeto.
La familia es la encargada de decodificar las necesidades del niño, es la que brinda el mundo simbólico; por ejemplo, cuando el bebé llora la madre intenta traducir a qué se debe el llanto: hambre, frío, abrazos… Saber que hay otro genera espacios de apego seguro.
El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen progreso de la personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo). El apego proporciona la seguridad emocional del niño: ser aceptado y protegido incondicionalmente. Esta figura no se puede dar si no hay un ámbito familiar seguro.
Los diversos ámbitos familiares postmodernos tienen un papel protagónico en la crianza y educación de los bebés, niños y jóvenes. Al margen de conceptos culturales, sociales, biológicos o políticos, es la célula fundamental sobre la que se erige una sociedad. Tenemos que tener en cuenta su carácter universal, pues la familia es una institución que se constituye en todas las sociedades y en todos los tiempos: su existencia no depende de regulaciones legales. La familia es el primer núcleo social dónde se comienzan a establecer los lazos afectivos entre el recién nacido y los adultos.
Es imposible pensar a un niño aislado, sin un entorno familiar, sea sanguíneo o no. En este contexto surge la figura del ACOGIMIENTO FAMILIAR, una práctica que permite a un niño convivir dentro del seno de una familia que no es su familia de origen, cuando este carece de los cuidados parentales adecuados. Durante el acogimiento familiar, que es una medida transitoria, una familia brinda amor, cuidado y sostén al niño que recibe en su casa, dándole la oportunidad de esperar en un ámbito facilitador y con un apego seguro mientras la Justicia determina cuál es la medida definitiva para garantizar todos los derechos de los niños.
Hablamos de familias solidarias porque, como mencionamos, el acogimiento no es adopción sino que constituye un vínculo transitorio. Es una respuesta solidaria al derecho de todo niño, niña o adolescente a crecer en el seno de una familia, posibilitando que el niño no pierda sus lazos con la familia de origen o mientras el juzgado correspondiente define la adopción.
Lic. Lorena Chaul y Lic. Magalí Sinay
Integrantes del equipo de Integración Comunitaria - Ieladeinu