¿Cuál es el lugar del adulto en el juego?

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“¿Jugas un ratito conmigo?”  Le pregunta un niño al adulto que está sentado junto a él.

¿Jugar? ¡¿YO?!  (responde con cara de asombro, miedo y vergüenza… Mira el reloj, el teléfono móvil… se incomoda y siente a la pregunta como una amenaza)  ¡¿Ahora?!

– Si… ¿por?  Pregunta el niño inocente… pura presencia, tiempo e imaginación.

Y entonces, sobreviene toda una serie de excusas y justificaciones (más para el adulto que para el niño) sobre la seriedad de las cosas importantes y urgentes que se supone debe hacer una persona mayor, entre las que el juego no tiene ninguna oportunidad…

¿Cuál es el lugar del adulto en el juego?

Un niño sano y en desarrollo, juega como parte de su crecimiento.  Para ello, se vale de su cuerpo, su imaginación, sus emociones, su cognición, su memoria, su atención… Toda una serie de reacciones en todos esos ámbitos se movilizan a la hora de jugar.

Muchas veces, los niños invitan a los adultos (padres, madres, abuelos, hermanos, cuidadores primarios, maestros…) a jugar porque les resulta divertido,  porque  jugar con otros renueva escenarios y amplia la creatividad… Sin embargo, lo más significativo de esta invitación es  la confianza que  supone: el niño  se siente seguro para desplegar algo muy íntimo que se manifiesta en el juego.

Los adultos invitados aceptan este tiempo compartido….Sin embargo, algunas veces el encuentro termina siendo una experiencia no muy agradable ¿Por qué?

Porque para jugar y jugarse se necesita adentrarse en el submundo imaginario y atemporal de los escenarios lúdicos. Los niños tienen mucha flexibilidad para traspasar los muros entre los universos de la realidad y los de la fantasía. Pueden ir y venir cuantas veces quieran y se acomodan rápidamente a uno o a otro.

Para los adultos, lejos ya de los niños que alguna vez fueron, este recorrido (de la realidad a la fantasía) se vuelve muchas veces un imposible (real y simbólico) Con lo cual, no hay entrega y compromiso a la invitación y quedan atrapados en una especie de” limbo” que los niños perciben rápidamente.

Así, a un superhéroe que está en plena lucha con dragones asesinos, de pronto le suena el celular… y el superhéroe responde con una voz y una actitud adulta y responsable, y hasta se retira de la escena “sanguinaria”. Jugar requiere entrega y apertura y no admite interrupción. Hay reglas intrínsecas al universo del juego que a los adultos les conviene respetar para pasar un rato emocionante. Estas son algunas….

  • Sacarse el reloj.
  • Apagar el celular.
  • Reencontrar al niño que fuimos y dejarnos guiar por él.
  • Prestar atención al momento presente.
  • Animarse a visitar otros mundos y otros lenguajes.
  • Parar el modo hacer y redescubrir el modo ser.
  • No incurrir en la educación y la moraleja. (No mientras jugamos).
  • No juzgar.
  • No interpretar.
  • Sean 10 minutos o 3 horas lo que el juego dure, anticipar al niño de alguna manera que está llegando el fin. Esta transición es muy importante.

¡¡¡Que se diviertan!!!

 
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